domingo, 22 de agosto de 2010

al amanecer

Luego de las 10 y las 11, las 12 y la 1 y las 2 y las 3, luego que desnudos al anochecer nos encontró la luna, llegó finalmente el sol arrasante que acabó con todo, que nos quito el abrazo tibio al dormir juntos, que deja un gran espacio en mi pequeña cama.

Habría llorado frente a ti, como he llorado estas ultimas noches, te habría abrazado fuerte, con la certeza de que será el ultimo abrazo en mucho tiempo, habría tomado tu mejilla y besado tu frente, pero alargar el momento de la despedida traía el peligro del arrepentimiento, el mismo que al pasar los días, los meses, los años, nos convirtió en tristes animales heridos.

Tengo miedo amor, tengo pena y tengo frío, pero temo más al amor tibio, a la caricia insípida, al abrazo distraído, duele más seguir oculta entre las sombras, la lista de peros que sigue a tus halagos. Hoy debo decir adiós.