
No veo mi piel ni mis pies ni la punta de mis manos, se desliza por mi garganta un frio amargo ke no logra borrar todo lo llorado. No me trago esta pena ni la escupo o la vomito, sólo esta ahi, dentro de mi boca, dando vueltas.
Anhelando el disparo ke anikile, anhelando la amnesica inconciencia, inundando de etanol el torrente de mi sangre. Resistir es la consigna, pero las vigas se trizan y amenazan colapsar.
Simplemente unas noches más oscuras ke otras, los segundos se vuelven horas