
Y cada semana, cada mes, algo pasa que no logras irte, algo pasa que me aferro, que me niego a soltarte, y por más que juremos que el presente no existe, que el futuro es incierto, en la noche más oscura refugio en tu hombro mi cabeza, extiendo mi mano y encuentro tu espalda, tu pecho. Al despertar atormentado o al intentar conciliar el sueño, posas tu brazo en mi cintura, tu mano en la piel suave de mi vientre, te apegas a mí y el único espacio entre los 2 lo llena tu aliento deslizándose en mi cuello.